Adultos

mayores

No sólo las mujeres embarazadas enfrentan situaciones complicadas para recibir atención médica. Los adultos mayores, quienes padecen angina crónica, dolor de cabeza o diabetes, tampoco encuentran medicamentos en la casa de salud, denominada Unidad Médica Rural (UMR).

 

Cox Paniagua está enferma, tiene una hernia en el estómago. Le gustaría tomar alguna pastilla, pero no hay medicamentos en la clínica: “Sé que necesito una operación, pero sin apoyo ni dinero lo único que hago es buscar un calmante. Me da miedo la cirugía, es peligroso y sé que podría cubrirla el Seguro Popular, pero me da miedo. Vivo sola, no puedo trabajar, a veces mis nietos me visitan y duermen conmigo. También tengo la presión alta y sé que necesito medicamentos, pero no hay. Quemé mis documentos médicos porque no pienso ir a un lugar donde no hay ni medicamentos ni doctores”.

 

Chanuk García, esposa de Bor José Solórzano, tiene diabetes y deben comprar el medicamento que necesita en Ocosingo o Palenque. A veces se gastan hasta mil quinientos pesos en una visita al doctor porque, además de las costosas medicinas, es indispensable acudir por la receta: “Siempre tengo que ir primero con un doctor para que me dé una receta y me vendan en la farmacia lo que no hay, luego me vengo de regreso a Nahá. La medicina es muy cara porque aquí no hay médico”.

Niños

Cuando la hija de Chanuk García Paniagua tenía 7 años, se enfermó. Primero fueron a la UMR y de ahí los mandaron a Palenque, donde les dijeron que tenía apendicitis. Después le detectaron cáncer y le dieron el alta médica: “Aquí está tu hija, ya está avanzada. No sé qué vas a hacer, señora, así que llévala a operar”.

 

Llevaron a la niña a pediatría en Tuxtla. La operaron y todo salió bien. Después llevó quimioterapia, tuvo una segunda operación y muchas dificultades. Los mandaron a Campeche para que le brindaran radioterapia durante más o menos un mes. Estuvieron fuera de Nahá durante un año, y durante ese tiempo se vieron obligados a cubrir todos los gastos.

 

Cuando regresaron a Nahá no había nada en su casa pues tuvieron que vender todo lo que tenían. A los padres les preocupaba mucho que la niña se volviera a enfermar, porque en la UMR no hay medicamentos: “Tienes que ir a otro lugar, a Ocosingo o Altamirano, y necesitas los gastos. Si no los tengo ahora, quiere decir que aquí me voy a quedar con ese dolor”. El 28 de noviembre de 2018, la niña falleció por una recaída.

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