Cox Paniagua está enferma, tiene una hernia en el estómago. Le gustaría tomar alguna pastilla, pero no hay medicamentos en la clínica: “Sé que necesito una operación, pero sin apoyo ni dinero lo único que hago es buscar un calmante. Me da miedo la cirugía, es peligroso y sé que podría cubrirla el Seguro Popular, pero me da miedo. Vivo sola, no puedo trabajar, a veces mis nietos me visitan y duermen conmigo. También tengo la presión alta y sé que necesito medicamentos, pero no hay. Quemé mis documentos médicos porque no pienso ir a un lugar donde no hay ni medicamentos ni doctores”.
Chanuk García, esposa de Bor José Solórzano, tiene diabetes y deben comprar el medicamento que necesita en Ocosingo o Palenque. A veces se gastan hasta mil quinientos pesos en una visita al doctor porque, además de las costosas medicinas, es indispensable acudir por la receta: “Siempre tengo que ir primero con un doctor para que me dé una receta y me vendan en la farmacia lo que no hay, luego me vengo de regreso a Nahá. La medicina es muy cara porque aquí no hay médico”.
Llevaron a la niña a pediatría en Tuxtla. La operaron y todo salió bien. Después llevó quimioterapia, tuvo una segunda operación y muchas dificultades. Los mandaron a Campeche para que le brindaran radioterapia durante más o menos un mes. Estuvieron fuera de Nahá durante un año, y durante ese tiempo se vieron obligados a cubrir todos los gastos.
Cuando regresaron a Nahá no había nada en su casa pues tuvieron que vender todo lo que tenían. A los padres les preocupaba mucho que la niña se volviera a enfermar, porque en la UMR no hay medicamentos: “Tienes que ir a otro lugar, a Ocosingo o Altamirano, y necesitas los gastos. Si no los tengo ahora, quiere decir que aquí me voy a quedar con ese dolor”. El 28 de noviembre de 2018, la niña falleció por una recaída.